jueves, 19 de marzo de 2009

Sobre el concepto de belleza.

Interesante digresión sobre el concepto de belleza:
En otras ocasiones y en otros sitios vi muchos scriptoria, pero ninguno conocí que, en las coladas de luz física que alumbraban profusamente el recinto, ilustrase con tanto esplendor el principio espiritual que la luz encarna, la claritas, fuente de toda belleza y saber, atributo inseparable de la justa proporción que se observaba en aquella sala. Porque de tres cosas depende la belleza: en primer lugar, de la integridad o perfección, y por eso consideramos feo lo que está incompleto; luego, de la justa proporción, o sea de la consonancia; por último, de la claridad y la luz, y, en efecto, decimos que son bellas las cosas de colores nítidos. Y como la contemplación de la belleza entraña la paz, y para nuestro apetito lo mismo es sosegarse en la paz, en el bien o en la belleza, me sentí invadido por una sensación muy placentera y pensé en lo agradable que debería de ser trabajar en aquel sitio.

(Eco: p. 106)

No está de moda ni mucho menos afirmar los conceptos universales, pero eso precisamente parece hacer aquí Umberto Eco (o, cuando menos, el personaje en cuya boca pone las palabras aquí citadas). Desde que se extendiera el postmodernismo por las sociedades industriales avanzadas, se lleva más bien lo relativo, contrapartida quizá inevitable de aquello que Vattimo denominara el pensamiento débil. No es que a uno le parezca mal del todo subrayar la presencia de lo relativo, la verdad sea dicha. Demasiado tiempo nos llevamos durante nuestra Historia afirmando lo absoluto y matando en su nombre. Sin embargo, un exceso de relativismo le deja a uno también un mal sabor de boca, todo hay que decirlo. Sencillamente, no es posible ir por la vida como barco sin rumbo, dejándose ir con la marea o allá adonde sople el viento (¿o quizá sí pueda uno hacerlo?). En todo caso, a uno le parece que debemos anclar de cuando en cuando en unos cuantos valores esenciales que deben ser, eso sí, pocos y amplios: los derechos humanos básicos, el respeto mutuo, etc. No son pocos los estudios científicos que parece demostrar que, en efecto, tenemos un concepto de belleza que todos compartimos, por mínimo que sea. Se trata de un concepto que incluye elementos tan esenciales como la simetría o la atracción de lo simple. No puede decirse, por consiguiente, que sobre gustos nada esté escrito, como a menudo nos han contado. Todavía quedan muchos estudios por hacer en este ámbito, pero lo que he leído de momento promete bastante... y va precisamente en la línea de lo que el personaje arriba citado indica.

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