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martes, 30 de agosto de 2011

Helenismo, cristianismo y esquizofrenia.

Racionero lanza una potenta andanada contra dos de los pilares fundamentales de la civilización occidental mientras comenta los puntos esenciales del romanticismo de Blake:
Los griegos partieron al hombre en cuerpo y cabeza, emociones y razón; los cristianos, en cuerpo y espíritu. El actual animal racional que pulula llenando la vida de despropósitos es el producto de dos esquizofrenias, helenismo y cristianismo, cada uno de los cuales es a su vez esquizofrénico.

(Luis Racionero: Filosofías del underground, p. 30)

No anda muy lejos de las posiciones que han mantenido más recientemente los pensadores postestructuralistas en su intento de desmontar el dualismo metafísico occidental siguiendo los pasos de Nietszche. Una vez más, lo sensato sería sostener un sabio punto medio que evite los extremos, afirmando así a ambos, cuerpo y cabeza, emociones y razón, cuerpo y espíritu, en lugar de aferrarse a uno de los elementos del binomio mientras rechazamos el otro en una estéril lucha contra molinos de vientos que no puede sino terminar en derrota anunciada. Pero, claro, mantener ese sano equilibrio no es nada fácil. Puede llevar toda una vida sin que uno acierte a encontrarlo.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Religión, ética y costumbres en la Grecia clásica

Sobre el modo que tenían los antiguos griegos de entender la religión y la ética:
Nada me ha sorprendido más de los antiguos griegos que el hecho de constatar que les preocupaba mucho más la conducta moral, la ética y sus relaciones consigo mismos y con los otros que los problemas sexuales o religiosos. ¿En qué nos convertimos tras la muerte? ¿Qué son los dioses? Esas preguntas no tenían importancia alguna para ellos porque no estaban ligadas a la ética, y la ética a su vez no estaba ligada a un sistema legal. Por ejemplo, las leyes contra la mala conducta sexual eran escasas, por no decir inexistentes. Eso no les importaba demasiado, lo que de verdad les interesaba era la construcción de una moral que fuese en realidad una estética de la existencia.

(Jesús Ferrero: Balada de las noches tristes, pp. 323-324)

No sé hasta qué punto todo esto pueda ser cierto, aunque sin duda algo de verdad hay en ello. La religión de la Grecia clásica (o de la Roma antigua, igualmente) era demasiado ambigua, abierta y tolerante. Le faltaba lo que quizá le sobra a las grandes religiones monoteístas: un sólido corpus doctrinario. La humanidad pasó de concebir la religión como conjunto de historias para dar sentido a la existencia a construir una religión como credo dogmático, como sistema de creencias indubitables que imponer a los demás. Dudo mucho que hayamos ganado nada con dar ese paso, salvo quizá en lo que respecta a sentir una mayor seguridad en nuestra fe (con todo lo que ello conlleva de puerta a la intolerancia).