sábado, 27 de marzo de 2010

California, tierra prometida.

El fenómeno del rock ácido que surge en California hacia mediados de la década de los sesenta (con todos los demás factores concomitantes: los beatniks, el movimiento hippie, la influencia del orientalismo y el LSD, etc.) no puede entenderse sin conocer también la peculiar naturaleza del estado que lo vio nacer:
Mucho antes de que se descubriera oro en California, pero sobre todo desde entonces (1848), la larga franja de valles, montañas y playas que se extiende desde Oregón a Mejico, se convirtió en sinónimo de "paraíso", creándose toda una leyenda sobre la belleza de sus paisajes, la fertilidad y riqueza de sus tierras, la benignidad de su clima y las casi infinitas posibilidades de realización humana que ofrecían las costas del Pacífico, conviniéndose a centrar en aquellas tierras emigrantes de todos los continentes que, aplicando métodos de explotación racionalizada, convirtieron al antiguo territorio mexicano en el Estado más próspero de la Unión, alcanzando en el curso del siglo XIX, y, sobre todo, después de la Segunda Guerra Mundial, cotas de desarrollo agrícola, industrial y cultural envidiables con respecto al standard occidental.

(Jesús Ordovás: p. 8)

Efectivamente, California siempre ha sido vista por los propios estadounidenses como una especia de tierra prometida dentro de una ya de por sí tierra prometida (los EEUU en su conjunto). La amalgama de culturas que se encuentra en sus tierras ha dado lugar a un boom de innovación, creatividad y espíritu emprendedor que difícilmente podemos encontrar en ningún otro lugar del planeta. No es casualidad que buena parte de los estadounidenses se refieran a California como "the land of nuts and honey" (haciendo hincapié en el doble significado de la palabra nuts, que lo mismo significa nueces o frutos secos, que también puede usarse para referirse a una pandilla de pirados). Sea como fuere, pocos sitios hay en todo el orbe donde se acepte más de buena gana la excentricidad y la heterodoxia en cualquiera de las esferas de la vida. No es casual, por ello, que un movimiento como éste viera la luz precisamente allí, como tampoco es casualidad que tanto la industria cinematográfica como las nuevas tecnologías nacieran en ese mismo estado. El aire mismo de California promueve la herejía, el riesgo y la innovación.

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