jueves, 25 de junio de 2009

El gran sueño.

¿Un poema de desamor e incomprensión?
¿Por qué seguir, me pregunto, saliendo cada día
del protector olvido? Componerse el rostro,
dar jabón a las manos, y colonia al espíritu,
que se deterioraba. Si estoy harto de selvas
y marañas que no entiendo, de dolores inútiles
y alcohol como sedante. Harto completamente
del inasible tú; de la insatisfacción brutal
y cotidiana. Del sinsentido organizado como
torre, y sobre todo, de que realidad es
imposible, y la ficción, unos instantes solos
en la mente y en la noche cerrada. Y al corazón
de nadie nunca llegas, y nunca se comprende
lo que dices, ni —menos— las palabras. Si los días,
en fin, tan frecuente, me aburren y me duelen,
y me cansan, ¿a qué seguir?, pregunto. Si me apetece
sólo tumbarme blandamente, apagar la luz
porque la niebla empieza, y dormir, dormir apacible
un largo sueño, un largo olvido, sin médanos ni algas...

(Luis Antonio de Villena: p. 94)

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