lunes, 5 de septiembre de 2011

Taoísmo: un pensamiento actual en pleno siglo XXI.

Racionero reivindica la actualidad del taoísmo:
Entre las formas de conocimiento orientales, el taoísmo tiene en nuestros días una relevancia enorme por dos motivos: en el nivel social, porque puede resolver la crisis ecológica creada por la visión judeocristiana de antagonismo a la naturaleza; y en el nivel individual, porque puede poner a la persona en contacto con los ritmos de la naturaleza y con el fluir de las energías en su cuerpo. Veamos sucesivamente estos dos aspectos, que giran en torno a los conceptos que los chinos denominan Li (orden) y Chi (vibraciones).

El taoísmo es una filosofía que excluye el concepto de ley y lo sustituye por el de orden; este orden es como un ritmo armonizando una infinidad de ritmos menores. Algunos pensadores modernos como Granet y Wilheim, según señala Joseph Needham en su monumental Ciencia y civilización en China, han denominado al pensamiento chino "pensamiento asociativo o coordinativo". Este sistema intuitivo-asociativo tiene su propia causación y su lógica. No es supersticioso ni primitivo, sino una forma de pensamiento autóctona y original. Wilheim la contrasta con el "pensamiento subodinativo" característico de la ciencia europea, que pone el énfasis en la causación externa. En el pensamiento coordinativo, los conceptos no se subsumen unos bajo otros, sino que se colocan unos al lado de otros, en una estructura; los sucesos no se influencian unos a otros por actos de causación mecánica, sino por una especie de inductancia. Por supuesto, los pensadores taoístas deseaban igual que los europeos conocer las causas en la naturaleza, pero esto no quería decir lo mismo en China que en los naturalistas de Grecia. El concepto clave del pensamiento chino es Orden, y sobre todo, Estructura. Las cosas se comportan de un cierto modo, no necesariamente debido a acciones anteriores o impulsos de otras cosas, sino debido a que su posición en el universo cíclico, en perpetuo movimiento, les confiere una naturaleza intrínseca que les obliga a ese comportamient. Si no se movieran así, perderían sus posiciones relativas en el conjunto y se convertirían en otra cosa. La naturaleza de una cosa depende de su posición: de ahí la importancia de la estructura.

(Luis Racionero: Filosofías del underground, pp. 96-97)

La relación con la teoría de sistemas debiera ser bien obvia. En este sentido, el taoísmo aún puede ser relevante, al menos como filosofía o aproximación general al estudio de la realidad. Racionero puede tener razón en su reivindicación de una metodología más flexible, abierta y totalizante que el mecanicismo ramplón y, de hecho, algo de esto ya hemos ido viendo en las últimas décadas. Aunque la ciencia aún guarde muchos de sus hábitos de antaño, ha ido adquiriendo una conciencia cada vez más clara de la interrelación entre los distintos fenómenos que estudia. De ahí que haya crecido el interés no sólo por la ya mencionada teoría de sistemas, sino también por temas como el estudio de la complejidad y el caos.

En cualquier caso, creo que cualquier observador medianamente objetivo estará de acuerdo conmigo si afirmo que las ciencias han ido evolucionando recientemente hacia un nuevo paradigma más centrado en una visión sistémica, asociativa y organicista de las cosas:
Este pensamiento organicista es necesario para extirpar las raíces filosóficas de nuestra crisis ecológica; raíces que consisten en las dualidades hombre-naturaleza, espíritu-materia, dios-creación, introducidas erróneamente por la tradición judeocristiana, y en la asimilación de lo vivo a una máquina, realizada por la reductiva ciencia mecanicista del siglo XVII.

(Luis Racionero: Filosofías del underground, p. 101)

No obstante, estamos aún en mitad del proceso que nos conduce hacia este otro paradigma. Nos encontramos en transición. Y se trata quizá de una transición en la que tiene mucho que ver la influencia del pensamiento contracultural allá por la década de los sesenta.

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