lunes, 14 de julio de 2008

Otra visión de los Evangelios.

Mendoza nos ofrece una visión alternativa de los Evangelios, una visión más abierta y tolerante, más humana. Lo hace, por supuesto, de forma paródica. No se lo toma en serio. Simplemente deja caer la posibilidad de que la Sagrada Familia fuera mucho más humana de lo que habitualmente se piensa, y la verdad es que, al menos en mi caso, el retrato me parece mucho más rico y atractivo. Así, tras dejar a Jesús en casa de Zara, la prostituta de Nazaret, Pomponio se encuentra a José:
Me acerco a él, me reconoce y me pregunta por qué no está conmigo su hijo Jesús. Le tranquilizo al respecto, diciéndole que lo he dejado muy bien acompañado en un lupanar.

Me parece una buena idea —dice José—. Soy tolerante en grado sumo y cualquier cosa me parece preferible a que mi hijo presencie el espectáculo que estoy a punto de dar [le van a ejecutar, acusado del asesinato del rico Epulón]. A partir de ahora deberá ingeniárselas por su cuenta y cuanto antes aprenda cómo funciona este mundo, mejor le irá en él.

(Mendoza: p. 69)

No sólo resulta cómico leer dicho diálogo, sino que seguramente no faltará quien lo considere blasfemo, sobre todo entre los cristianos más ortodoxos y dogmáticos. Pero la Sagrada Familia que nos retrata Mendoza es así, humana, muy humana. Tienen una fe firme en Dios, pero ello no quita para que también sepan disfrutar de la vida y mostrarse tolerantes y comprensivos ante los defectos de la gente. Personalmente, pienso que se trata de un retrato mucho más fiel y consistente que el que suele provenir del integrismo religioso.

Por supuesto, algunas de las mejores muestras de humor relacionado con los Evangelios y la Sagrada Familia se producen gracias a la complicidad entre el lector y el autor, pues aunque Pomponio no era consciente de la significancia histórica de los personajes con quienes se estaba relacionando nosotros sí que sabemos perfectamente en qué terminarán las correrías del pequeño Jesús. Así, cuando Pomponio y Jesús se dirigen a la carrera hacia algún sitio y el gaseoso ciudadano romano irremediablemente se queda atrás, Jesús le tira del faldón para que se dé prisa y Pomponio responde así:
Cuando seas mayor —le dije—, ya verás tú lo que es ir por un camino empinado sin que te den respiro.

(Mendoza: p. 114).

Por no hablar de este otro ejemplo hacia el principio del libro:
Mira, Jesús, todos los niños de tu edad creen que sus padres son distintos al resto de las personas. Pero no es así. Cuando crezcas descubrirás que tu padre no tiene nada de especial.

(Mendoza: pp. 28-29)

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