miércoles, 12 de agosto de 2009

El proyecto de integración europeo y la "política exterior" andaluza.

Rojas-Marcos se nos muestra como un claro europeísta (federalista, por más señas) en el capítulo dedicado al proyecto de integración europeo. Quizá algunas citas vengan a ilustrar esto:
La única medida real, capaz de alterar el proceso de alejamiento de los ciudadanos respecto de la Unión es la elección directa del Presidente de la Comisión Europea, auténtico presidente de Europa.

(Alejandro Rojas-Marcos: p. 85)

Una Unión Europea meramente estatal y supraestatal, sin referencia a sus pueblos, será un cuerpo sin alma. La institucionalización de Europa estará coja mientras gire exclusivamente en torno a instituciones supranacionales e intergubernamentales.

(Alejandro Rojas-Marcos: p. 86)

Europa debe optar por un proyecto abierto y un entendimiento político de la identidad de Europa, basado en sus instituciones y sus valores ciudadanos, en lugar de por un etnicismo y un culturalismo imposible de definir sin dejar fuera a una parte significativa y creciente de su población.

(Alejandro Rojas-Marcos: p. 93)

Cierto todo ello, pero se trata de algo igualmente compartido por otras fuerzas políticas, al menos del centro y centro-izquierda e incluso algunas del centro-derecha (los partidos democristianos, que siempre han mostrado una posición favorable al proceso de integración). Tan sólo en los últimos años hemos asistido al crecimiento del llamado euroescepticismo entre los partidos más conservadores, así como un retorno a la oposición al proyecto de integración por parte de una izquierda más o menos radical que lo identifica con el capitalismo puro y duro, como sucediera durante la década de los setenta. En cualquier caso, ni la propuesta de elegir al Presidente de la Comisión Europea de forma directa es original, ni tampoco parece que Rojas-Marcos entre a detallar en qué consiste esa Europa abierta y con una clara identidad política. Sí, entiendo que se refiere al concepto habermasiano de patriotismo constitucional, que por otro lado también es ampliamente compartido por casi todas las fuerzas políticas europeas. Pero ni siquiera intenta dibujar con unos cuantos brochazos en qué pueda consistir dicho proyecto. No pasa de generalizaciones y declaraciones de intenciones. Se trata de un defecto muy extentido entre los político, por cierto. Prefiere dejarlo todo en buenas intenciones y generalidades para que la oposición sea mínima, aunque el coste de tomar dicha actitud sea, por supuesto, la esterilidad política. Un problema, por cierto, muy típico de fuerzas políticas como la suya, que tantos bandazos ha dado en lo que respecta a su identificación ideológica. Lo suyo es presentarse como abanderado de los intereses andaluces, no concretar cuáles son los postulados ideológicos (esto es, los principios filosóficos fundamentales, los valores políticos) que les guían.

Por cierto, que se nos vuelve a plantear una vez más el mismo problema: ¿cómo piensa Rojas-Marcos influir en el proceso de integración europea desde las filas del andalucismo? ¿Con un único representante en el Parlamento Europeo en el mejor de los casos? ¿Sin compromiso alguno en ninguna formación política nacional o supranacional? Como decíamos sobre el capítulo del libro dedicado al análisis de los problemas globales: se trata, sin lugar a dudas, de una contradicción intrínseca de los nacionalismos periféricos.

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