sábado, 15 de agosto de 2009

La España asimétrica.

Y llegamos, ya en el capítulo quinto, al tema que tanto ha dado que hablar en estos últimos años, sobre todo a raíz de las reformas de algunos estatutos de autonomía durante el Gobierno de Zapatero:
En este contexto de cambio en el mundo globalizado y en proyecto europeo, en España se avecina un nuevo periodo constituyente que pone nuevamente en cuestión el arco de bóveda de nuestro sistema constitucional: la ordenación territorial del Estado.

La actual ofensiva neoconstituyente, desde Cataluña y Euskadi, a favor de una España asimétrica, tiene sus orígenes en las catacumbas de la Dictadura franquista, donde los primeros demócratas ya apostaban por la asimetría al referirse a la estructura territorial del Estado español. Socialistas, comunistas y nacionalistas catalanes y vascos apoyaban esta tesis, fundamentalmente, con un argumeto de facto: la aprobación de los Estatutos Catalán y Vasco durante la II República, que consagró a Cataluña y Euskadi como "regiones autónomas". Naturalmente, el uso de este argumento les obligaba a incluir a Galicia. No obstante, los argumentos ideológicos de las citadas fuerzas políticas diferían, porque nacionalistas catalanes y vascos alegaban, además, su conciencia de pueblo, su identidad nacional y su voluntad colectiva.

(Alejandro Rojas-Marcos: p. 105)

¿Podemos remontar los orígenes de la España asimétrica realmente a esa época de la que habla Rojas-Marcos? Después de todo, como él mismo afirma, durante la Segunda República solamente llegaron a aprobarse dos estatutos de autonomía, el catalán y el vasco. Otros dos, el gallego y el andaluz, estaban comenzando los trámites, aunque no puede dudarse que el primero estaba sin duda más avanzado en ese proceso que el segundo. Es más, en tanto que parece claro que Galicia hubiera acabado teniendo su propio estatuto de autonomía si la República no hubiera sido interrumpida por el golpe de Estado de Franco, no puede decirse lo mismo con respecto a Andalucía. En otras palabras, puede parecer bien o mal, puede doler o no, pero lo cierto es que, en lo que respecta a la identidad nacional dentro del Estado español, existe de hecho una asimetría fácilmente verificable que no puede achacarse totalmente a la invención por parte de ciertas fuerzas nacionalistas, ni tampoco de los socialistas y comunistas durante el tardofranquismo. En este sentido, me parece que Rojas-Marcos peca de simplista. De ahí que concluya:
Como conclusión, podríamos afirmar que la mayor diferencia, en términos prácticos reales, que define la llamada España asimétrica, es la diferencia política de un poder autóctono con capacidad de presión e influencia sobre el conjunto de España. Poder autóctono que no existiría si no estuviera sostenido por una diferencia económico-social que juega a su favor. Esta es la realidad de fondo y el sentido último que se vislumbra tras el proyecto de la España asimétrica. Sin el poder económico y social que la sostiene no tendría sentido ni fuerza. Aquí la diferencia de poder se confunde con el poder de la diferencia.

(Alejandro Rojas-Marcos: p. 109)
Cierto, lo que marca la diferencia es la asimetría de poder entre, digamos, Cataluña y La Rioja. Hay ahí una asimetría evidente. Pero lo que no se pregunta Rojas-Marcos es porqué existe dicha asimetría. Él parece pensar que la diferencia de poder lleva a una mayor consolidación de la identidad, cuando quizá lo contrario sea lo cierto: son precisamente aquellas comunidades con un mayor sentido de la identidad las que cuenta con una mayor cuota de poder. En otras palabras, Rojas-Marcos hace una explicación claramente deficiente del fenómeno: explica el mayor sentido de la identidad en ciertas comunidades autónomas como consecuencia de gozar con una mayor cuota de poder, pero no dice de dónde pueda provenir dicha mayor cuota de poder.

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