No existe un sistema de emergencia civil internacional ni una fuerza de seguridad de intervención rápida, para socorrer en los desastres e impedir las matanzas. Pero, sobre todo, no existe una doctrina que defina cuándo, cómo, quién y con qué derecho y recursos interviene por razones humanitarias.
(Alejandro Rojas-Marcos: p. 66)
O, por poner otro ejemplo, la debilidad estructural de las Naciones Unidas, impedida casi por diseño de intervenir de forma activa en muchas de las crisis internacionales que se producen:
La gestión de los conflictos políticos y militares también ha sido ad hoc, limitada y unilateral, y siempre dominada por los intereses de Estados Unidos. Naciones Unidas ha quedado convertida casi en una organización benéfica, a la que en las crisis se le pide asistencia y se le impide gestión.
(Alejandro Rojas-Marcos: pp. 66-67)
Todo bien cierto. Ahora bien, ¿qué propone Rojas-Marcos que se haga desde el ámbito político autonómico? Ahí radica, me parece a mí, uno de los puntos débiles de la propuesta política nacionalista o regionalista: vivimos en un mundo globalizado claramente dominado por el efecto mariposa (esto es, donde una pequeña crisis en la otra punta del mundo nos puede afectar a todos), y lo que se nos propone desde el andalucismo es precisamente mirarnos al ombligo, defender "lo nuestro", afirmar nuestra identidad en lugar de abrirnos a los otros y, finalmente, limitar nuestra esfera de acción política a nuestra comunidad autónoma. La verdad es que no veo cómo pueda contribuir eso a solucionar los problemas globales de que nos habla el propio Rojas-Marcos. Es más, si acaso lo hará más difícil, pues el nacionalismo ni siquiera se preocupa de incardinar su acción política cotidiana en un proyecto nacional (mucho menos internacional) que contribuya a la resolución de esos problemas globales a los que hace referencia este capítulo.
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