sábado, 10 de julio de 2010

Sensualidad sin cortapisas.

El libro comienza con una sensualidad sin cortapisas:
Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,
te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje to sacava
y hace saltar el hijo del fondo de la tierra.

(...)

Pero cae la hora de la venganza, y te amo.
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.
Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia!
Ah las rosas del pubis! Ah tu voz lenta y triste!

(Pablo Neruda: Veinte poemas de amor y una canción desesperada, p. 11)

Comenzamos con fuerza.

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