domingo, 26 de julio de 2009

Despina: la ciudad ambivalente.

La descripción que hace Cavino de Despina me parece intrigante por su ambivalencia:
De dos maneras se llega a Despina: en barco o en camello. La ciudad es diferente para el que viene por tierra y para el que viene del mar.

(Ítalo Calvino: p. 32)

¿Pero en qué sentido son dos ciudades distintas? Quien se acerca a ella en camello ve, desde el desierto, todos los rasgos que caracterizan al mar: antenas de radar, chimeneas, embarcaciones... Por su parte, quien se aproxima a ella desde el mar, ve elementos que se asocian al desierto: la giba de un camello, una larga caravana... En fin, que cada uno ve quizá lo que ansía ver tras un largo viaje por el desierto o el mar: precisamente lo contrario de lo que ha vivido en las últimas semanas o meses. Nunca nos queda claro del todo si se trata de mera imaginación o de una realidad fantástica, de una experiencia objetiva o subjetiva, pero no cabe duda alguna de que refleja el inconformismo del espíritu humano. Tal y como concluye Calvino el capítulo:

Cada ciudad recibe su forma del desierto al que se opone; y así ven el camellero y el marinero a Despina, ciudad fronteriza entre dos desiertos.

(Ítalo Calvino: p. 33)

Me encanta la descripción del mar como otro desierto. Así se presentará, seguramente, al marinero condenado a pasar semanas y hasta meses a bordo de una frágil embarcación, por más que a nosotros, que vivimos en tierra, se nos represente siempre como sinónimo de libertad y, sobre todo, de nomadismo, de viaje, de lo extranjero y exótico.

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