domingo, 26 de julio de 2009

Megalópolis y ciudades humanistas.

Esta edición de Las ciudades invisibles incluye, como nota preliminar, la transcripción de una conferencia que Calvino dictara en la Universidad de Columbia (Nueva York) en 1983, donde el autor nos explica porqué no quiso escribir un libro apocalíptico de los muchos que ya existen:
La crisis de la ciudad demasiado grande es la otra cara de la crisis de la naturaleza. La imagen de la "megalópolis", la ciudad continua, uniforme, que va cubriendo el mundo, domina también mi libro. Pero libros que profetizan catástrofes y apocalipsis hay muchos; escribir otro sería pleonástico, y sobre todo, no se aviene a mi temperamento. Lo que le importa a mi Marco Polo es descubrir las razones secretas que han llevado a los hombres a vivir en las ciudades, razones que puedan valer más allá de todas las crisis. Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueque, como explican todos los libros de historia de la economía, pero estos trueques no lo son sólo de mercancías, son también trueques de palabras, de deseos, de recuerdos. Mi libro se abre y se cierra con las imágenes de ciudades felices que cobran forma y se desvancene continuamente, escondidas en las ciudades infelices.

(Ítalo Calvino: p. 15)
Se trata de una visión humanista de la ciudad, sin duda. Calvino imagina ciudades de todo tipo, pero serán siempre ciudades donde vivan seres humanos, ciudades construidas para el desempeño de las funciones que nos hacen humanos. De ahí el énfasis en el intercambio no sólo económico, sino también de ideas, sueños y deseos.

No hay comentarios: