martes, 9 de agosto de 2011

Fragmento autobiográfico de un joven inquieto

El siguiente fragmento tiene toda la marca de ser realmente autobiográfico, de tratarse de una descripción del propio Jesús Ferrero como adolescento sensible e inquieto, interesado por las artes y necesitado de encontrar la válvula de escape que le permitiese expresar todo eso que llevaba dentro:
...en muy poco tiempo pasé, casi sin mediación, de la literatura juvenil a leer El extranjero y La náusea, a los quince años, y las novelas de Fizgerald y Hemingway a los dieciséis. Poco después descubrí a los surrealistas y empecé a leer traducciones en español y francés de poesía china y japonesa, y más tarde me acerqué a la novela iberoamericana, al nouveau roman y al noveau cinema, de forma que llegué al final del bachillerato convertido en un pedante peligroso y enloquecido.

(Jesús Ferrero: Balada de las noches tristes, p. 116)

La descripción llega a lo más hondo porque, como adolescente, tampoco me diferenciaba mucho de lo que ahí describe Ferrero. Eso sí, él tomó el camino de la literatura y el arte y yo preferí el del ensayo y la militancia política (sin que ello implique, ni muchísimo menos, que no tuviera también mis inquietudes literarias y artísticas). Eso sí, el punto en común de ambos casos es la pedantería y el enloquecimiento a fuer de caminar por un camino nada trillado a esa edad.

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